Volví a sentir la brisa
acariciar mi piel.
Abrí bien los ojos
para volver a ver
el mismo paisaje.
En el horizonte,
un velero diminuto
cruzaba lento.
Una sonrisa leve
se escapó de mi boca,
y el olor del mar
me hizo respirar profundo.
Una ola salpicó su espuma
a mis pies descalzos,
pero no me hizo retroceder,
despacio, me adentré.
Sentí el agua fresca
como purificar mi espíritu.
Recuperé de nuevo la paz.
Y esa noche
pude, al fín dormir.
Me encantó
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