jueves, 9 de noviembre de 2017

Miedos

   Mirando hacia el horizonte, mis ojos no quisieron ver más allá. Retrocedí dos pasos y dí la vuelta. Tras de mí me esperaban los fantasmas del pasado, aquellos que con dificultad sorteé. Paralizada, sentí que avanzaban hacia mí y me envolvían. Eran grandes y obscenos, reían con una risa escandalosa que  atronaba en mi cerebro. Sentí miedo, mucho miedo, enmudecí, ni un leve hilillo de voz salió de mis cuerdas vocales. Cerré los ojos, como si así pudiera desaparecer todo, como si por arte de magia todo volviera a ser como antes, esa misma magia que me hizo perder el rumbo y mirar atrás...
   Las risas seguían pero ya no atronaban, poco a poco se escuchaban lejanas. El miedo se transformó en apenas un leve nerviosismo y pude abrir los ojos. Los fantasmas seguían a mi alrededor pero ante mi mirada enmudecieron y ahora sí, desaparecieron, se disiparon ante mis ojos.
   Tomé un poco de aliento, me sequé el sudor de la frente y me volví hacia el horizonte, allí donde el sol brillaba y sonreí.