lunes, 25 de agosto de 2014

La historia de Canelo.




   El protagonista de esta feliz historia es Canelo. El perro fué abandonado hace tiempo, y su actual dueña, lo recogió y cuidó. La semana pasada Virtudes, que así se llama ella, sufrió un accidente de tráfico, que le obligó a permanecer más de veinte horas en su vehículo. Tras precipitarse por una altura de más de treinta metros, estuvo oculta bajo la vegetación durante todo el día. Canelo no paró de ladrar hasta que localizaron el coche de la mujer, los bomberos consiguieron rescatarla de madrugada.
   Virtudes dijo, agradecida :
   - Ya estamos empatados, yo le salvé a él, y ahora él me salvó la vida.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Mazmorra.

 



Hace años, fuí a Segovia con unas amigas. Visitamos El Alcázar, subimos arriba por una estrecha escalera desgastada por los años. Apenas cabían dos personas para subir y bajar. En los laterales había mazmorras, con sus rejas en las ventanas. Era escalofriante imaginarse estar allí dentro encerrada.
   Algunos recordarán El Alcázar como el castillo del vídeo juego Resident Evil 4.
   Después de bastantes años, volví a subir al Alcázar de Segovia. Me costó más esfuerzo, por los años que no pasan en balde... En un determinado momento me detuve, para descansar y hacerme una foto en una de sus mazmorras. Me agarré a las rejas, como queriendo arrancarlas para escapar, y las piedras cedieron, sepultándome.
   Inmóvil, gritaba para que alguien me ayudara a salir. Parecía que no me escuchaba nadie. Después de un tiempo, que para mí fué eterno, alguien empezó a levantar las piedras...
   Mis ojos no podían creer lo que veían. Guardias con armadura y espada me levantaron bruscamente.
   Supuse que era el rodaje de una película, pero los guardias me ataron y arrojaron a otra mazmorra.
   Desde entonces estoy aquí, encerrada entre cuatro paredes húmedas, con la única compañía de alguna rata que comparte conmigo el poco pan que me dan. Sin saber cómo me trasladé a la Edad Media, y sin saber cómo regresar al siglo XXI, y escribiendo sobre la pared, y con mi propia sangre, lo que seguramente serán mis últimas palabras.

domingo, 10 de agosto de 2014

Perseida. (Cuento infantil).

   Tomy contemplaba triste a su hermano Isaac mientras agarraba su mano. Eran gemelos. Recordaba el día en que dió una patada a aquel balón, y cómo Isaac corrió hacia él..., después aquel coche que le atropelló. Hacía casi un año. Desde entonces permanecía en coma. Los médicos no sabían si algún día saldría de él. Y Tomy se sentía culpable, triste y muy solo sin su hermano. Sus padres le llevaban de vez en cuando al Hospital para que le viera, aunque sabían que era muy doloroso para él.
   Era Agosto, y Tomy miraba el televisor. Anunciaban una lluvia de estrellas, como siempre en esas fechas, eran las perseidas, también llamadas lágrimas de San Lorenzo, porque se suelen ver sobre el diez de Agosto.
   -  La costumbre es pedir un deseo cuando ves una estrella fugaz - decía la locutora -.
   Esa noche, Tomy se levantó y miró por la ventana. No vió ninguna estrella. Durante varios días hizo lo mismo, hasta que una noche, apoyado en la ventana, casi a punto de dormirse, vió cruzando el cielo una estrella, pasó tan rápido que apenas alcanzó a verla. Pidió un deseo.
   Se levantó temprano y salió a la calle, caminó durante horas, hasta que llegó a un río, allí, exhausto, a la sombra de un gran chopo, se tumbó y se quedó dormido.


   Su madre no le encontraba por ningún lado.
   - ¡¡Tomy!! - gritó, pero fué en vano. Nadie le había visto.
   Prepararon una batida con perros, cayó la noche y aún no le habían encontrado, encendieron las linternas, y siguieron buscando.


   Cuando Tomy despertó ya era de noche. Se asustó, se sintió perdido y solo..., tenía miedo, escuchaba ruidos en la noche y todo estaba oscuro. A unos metros de él, vió algo que brillaba. Se acercó con cuidado de no caer al río. Parecía una estrella que brillaba trémula.
   - ¡Perseida! - gritó Tomy - ¡Sabía que habías caído por aquí!. ¡Te encontré!.
   Le dió miedo cogerla, por si se quemaba, con cuidado, puso el dedo índice de su mano derecha sobre la estrella. Estaba fría. La tomó en su mano, el tacto era suave, rápidamente, se iluminó con un resplandor que abarcó toda la vereda del río.
   -¡Tomy!- gritaban a lo lejos unas voces.
   Tomy hizo señales con la estrella en su mano, a modo de linterna.
   - ¡Aquí! - contestó él -.
   El chico corrió a los brazos de su padre, mientras la estrella fué apagándose lentamente.
   Perdió el conocimiento. Su padre le llevó al Hospital, tenía heridas en los pies y algo de fiebre. El médico le dejó ingresado en observación, aunque no parecía tener nada grave. Tenía el puño cerrado. De noche, cuando todos creían que dormía, Tomy abrió su mano, tenía una pequeña piedra, muy suave. Bajó de su cama y fué a la habitación de Isaac. Le pasó la piedra por los párpados.
   - Está fría - Isaac abrió los ojos -.
   Tomy se asustó, y paralizado sintió el abrazo de su hermano.
   - ¡Isaac! - al grito las enfermeras entraron -.
   Hubo un gran revuelo esa noche en el Hospital. Isaac salió del coma, y Tomy estaba seguro que fué Perseida quien le curó.
   La recuperación de Isaac fué lenta. Aprendió a caminar de nuevo. No mantenía el equilibrio y sus músculos estaban entumecidos. La rehabilitación fué dolorosa, pero con la ayuda de Tomy, y su tesón, lo consiguió en pocos meses.


   Paso un año de aquello. Agosto era caluroso. Tomy e Isaac salieron una noche oscura. Tomy sacó una piedra de su bolsillo, le dió un beso, Isaac hizo lo mismo, después la lanzó lejos. La piedra se iluminó, y dibujó un arco perfecto de ciento ochenta grados.
   - Perseida, cumple hoy muchos otros deseos, como cumpliste el mío.
   Los dos hermanos contemplaron abrazados el haz de luz que dejó la estrella.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Crío.







   Y mírate como has crecido
En qué te has convertido
Y quien creció contigo
Sabe bien que llegaras a ser
Lo que querías ser ya desde crío...


 

domingo, 3 de agosto de 2014

Muerte en la Línea 5. (Capítulo VI).

 



Diana tenía dieciocho años. Todos los comentarios que hizo en la página de Arthur eran sobre música. Nunca contó nada de su vida privada. Solo su edad. En su foto se veía alegre. Era rubia, con el pelo muy corto, y tenía tatuado en la cara un lunar en forma de corazón.
   La zona de Callao estaba tomada por la policía secreta. Dentro y fuera del Metro. No se sabía dónde vivía Diana, ni por dónde vendría.
   La puerta del fnac se llenó de fans de Antonio Orozco. Todas querían un disco firmado por él. Entre la multitud, la policía buscaba una joven rubia de pelo corto.
   Por la calle Preciados, con una pequeña mochila al hombro, se acercaba una chica de esas características. Uno de los policías se acercó a pedirle un cigarro.
   - No fumo - dijo ella -.
   El policía comprobó que llevaba un corazón tatuado en la cara.
   - Gracias de todos modos - dijo él -.
   Discretamente vigilaron todos los pasos de Diana. Cuando consiguió su disco firmado salió contenta a la calle. Entró en un Burger King a merendar, y después estuvo mirando ropa en las tiendas de la zona. Se compró una camiseta en Zara. Miró el reloj y se dirigió hacia el Metro. Fué a sacar el billete de una máquina, pero se tragó la moneda y el billete no salió.
   Se acercó un vigilante de seguridad.
   - ¿Puedo ayudarte?.
   - La máquina no funciona. Se tragó mi moneda.
   El vigilante sacó un puñado de llaves de un bolsillo. Levantó la mano y con un movimiento rápido clavó una de las llaves en un costado de Diana.
   Al instante, dos policías le sujetaron por los brazos. Entre las llaves llevaba un estilete, que fué lo que realmente hundió en el cuerpo de Diana.
   Una ambulancia trasladó a Diana al Hospital. La herida era profunda, pero no afectó a ningún órgano vital.


   Doc fué detenido. Se llamaba en realidad Alberto. Fué expulsado de la Universidad por protagonizar varias peleas y por consumir drogas. Entró a trabajar como vigilante en el Metro por recomendación de su padre, que era conductor.
   En su casa tenía información sobre muchas chicas. Las tenía clasificadas. Todas ellas pasaban por la Línea 5. Esa era su Línea, donde él debía mantener el orden.
   La policía consiguió recuperar las imágenes originales. En todas ellas estaba Alberto.
   Andrea subió las escaleras, y cuando llegó arriba, él se acercó. Ella confió por su uniforme. Alberto con una sola mano, le empujó escaleras abajo.
   A Belinda le ofreció una botella de agua. Ella le conocía, todos los días hablaba con él. No podía sospechar nada. Se bebió el agua..., las imágenes eran claras.
   Carmen entró en Gran Vía, estuvo de pié agarrada a una barra. Tras ella estaba Alberto. En un momento en el que el vagón estaba muy lleno, él aprovechó y le clavó una jeringuilla de insulina.
   Carmen se volvió para atrás al sentir el pinchazo, pero pensó que fué el paraguas de una señora que estaba tras ella.


   Alberto declaró en el juicio que lo hizo por saber qué se sentía al matar, ya que nunca podría saber lo que es salvar vidas... Y que tras la primera muerte, sintió una especie de adicción que le hizo seguir matando..., fué condenado a treinta años de prisión.
   Diana sobrevivió, y Arthur aconsejó a sus lectores no dar muchos datos personales...


                                                    FIN.

sábado, 2 de agosto de 2014

Muerte en la Línea 5.(Capítulo V).

   Los comentarios de Andrea también eran muy claros. Trabajaba en una Sucursal Bancaria en Alonso Martínez. Repetidas veces se quejó del mal funcionamiento de las escaleras mecánicas, muchas veces tuvo que subir andando porque estaban estropeadas.
   - Hoy me enganché el tacón en la ranura de las escaleras. Casi me caigo y me mato...
   Fué uno de sus últimos comentarios.


   - Se están equivocando. Repito que soy inocente. Cualquiera puede leer, al igual que ustedes, esos comentarios, y utiliza la información. Un asesino anda suelto, mientras yo estoy detenido. Y en cualquier momento puede volver a matar.
   - Que raro, no hay ningún comentario negativo - dijo Ruíz -, ¿No tienes detractores en tu blog?.
   - Sí, pero los comentarios insultantes los elimino.
   - Trataremos de recuperar esos comentarios, quizá encontremos alguna pista.
   Les llevaría mucho tiempo, pues eran muchos los seguidores de Arthur, también los detractores.


   El comisario quiso visualizar de nuevo las imágenes de las cámaras del Metro. Algo se les había escapado.
   Los expertos dijeron que había imágenes que habían sido borradas. A todas les faltaban unos minutos. Era claro que alguien las había manipulado. ¿Quién podía tener acceso a la sala de control de las cámaras?.
   - Solo el personal de Seguridad..., dijo el director del Metro.


   - Mmm..., Arthur, ¿quién es Doc?.
   - Un estudiante de Medicina, buena gente. Es casi nuestro médico, siempre nos aconseja cuando tenemos algún problema leve de salud.
   - Acaba de escribir un comentario muy raro.
   Doc : A, B,C... D.
   - ¿Qué puede ser?
   - Quizás algo relacionado con las vitaminas A, B, C y D.
   El comisario fijó la vista al frente sin parpadear. Su gesto era de preocupación.
   - Andrea, Belinda, Carmen... D. ¡La próxima empieza por D!. ¡Su secuencia es el orden alfabético!.
   - Pero no puede ser, Doc sería incapaz...
   - Los psicópatas son siempre los menos sospechosos.
   Buscaron chicas cuya inicial fuera D, había pocas, Diana dejó un comentario el día anterior.
   - Mañana voy al fnac. Antonio Orozco firma discos.¡Estaré allí a las seis en punto!.
   Justo en la mitad de la Línea 5. Metro Callao.

viernes, 1 de agosto de 2014

Muerte en la Línea 5. (Capítulo IV)

   Arthur había leído en la prensa las muertes de las chicas en el Metro, pero no sabía que dos de ellas eran seguidoras suyas. Se extrañó al ver a la policía en la puerta de la emisora.
   Él facilitó toda la información que le pidieron. Dijo no recordar a ninguna de las chicas.
   Pero ellas habían escrito varios comentarios en su blog, y Arthur les había respondido en varias ocasiones.
   - Escribe mucha gente, y a veces respondo, eso no quiere decir que los conozca, pero hay muchos que son asiduos y tenemos un trato más personal.
   La policía inspeccionó bien cada comentario. Belinda contó con pelos y señales dónde tocaba el violín. Esperaba que Arthur le pusiera en contacto con algún director de música que le diera una oportunidad, o que la escuchara, aunque fuera en el Metro.
   Carmen no hizo muchos comentarios, pero tiempo atrás escribió sobre sus bajadas de azúcar. Fué un día que estuvo a un concierto y tuvo que atenderle el SAMUR. También el día antes de su muerte, comentó que al día siguiente saldría por la Gran Vía, para hacer fotos de edificios históricos de Madrid, para un trabajo de la Facultad.
   La policía dudó..., Arthur tenía demasiada información sobre ellas.
   - ¿Tampoco recuerdas estos comentarios?.
   - Bueno, ahora que los vuelvo a leer, sí..., pero no los relacioné con las chicas del Metro.
   El comisario Ruiz quiso leer con más profundidad cada comentario, esperando encontrar más pistas. Se detuvo al ver una foto. Su cara le era familiar. Junto a la foto de perfil, su nombre, Andrea Hernández. Era la primera chica que murió al caer por las escaleras. Eso ya eran demasiadas casualidades...
   - Arthur Gil, queda usted detenido. Acompañenos a comisaría. Debemos interrogarle.
   - Les aseguro que es un error, ustedes se equivocan. ¡Soy inocente!.