viernes, 11 de abril de 2014

Mentiras.

   Alex era un manitas de las nuevas tecnologías. Había inventado una nueva aplicación para el móvil, un polígrafo, lo instaló en su teléfono, solo faltaba probarlo. Se suponía que al detectar una mentira, emitiría un sonido especial. Fué a ver a su hermano.
 -¿Vamos juntos al concierto?. Tengo que enseñarte algo.
 -No puedo, además, al final no conseguí las entradas.
   El teléfono empezó a sonar.
 -Parece que te llaman, contesta..., y se fué deprisa.
   A continuación fué a ver a sus amigos del barrio. Estaban todos en el bar tomando unas cervezas.
 -¿Teneis planes para esta noche?, ¿salimos a algún sitio?.
 -No..., mañana madrugo, tengo que trabajar.
   Ninguno de ellos podía por diferentes motivos.
   Volvió a sonar el teléfono...
   De vuelta a casa fué a ver a Miguel, su mejor amigo.
 -¿Tienes algo que hacer esta noche?.
 -Estudiar, mañana tengo un examen.
   Alex se dió la vuelta molesto, mientras su teléfono volvía a sonar.
   Ya en su casa, llamó a María, su novia, salía tarde de trabajar, y apenas se veían, solo los fines de semana.
 -¿Te apetece que nos veamos un rato hoy?. Tengo ganas de salir y nadie puede.
 -No, no... Estoy supercansada, tal vez mañana... Chao cariño.
   Al colgar, el teléfono volvió a sonar...
   Ya entrada la noche, Alex decidió salir solo. En una esquina vió a su hermano, parecía que esperaba a alguien; llegó una chica.
 -Vamos o llegaremos tarde al concierto.
   Y se alejaron.
   El gesto de Alex se hizo más duro.
   Siguió caminando, y en el parque vió a sus amigos, se subieron en sus motos y se alejaron entre risas.
   Alex estaba cada vez más serio.
   Los pies le llevaron a casa de María, y allí, apoyado en un árbol estaba su mejor amigo.
   Alex acechaba tras un contenedor de basura.
   Al rato llegó María, corriendo, se echó en brazos de Miguel y se fundieron en un beso.
   Una lágrima intentó salir de los ojos de Alex, pero se contuvo.
 -No importa, no importa...
   Y el teléfono volvió a sonar más fuerte, Alex no podía apagarlo, intentó quitar la batería, pero se diría que estaba soldada, y el teléfono seguía sonando... Agarró una piedra y lo golpeó una y mil veces hasta que dejó de sonar.
   Confundido, aturdido, decepcionado y cabizbajo, metió sus manos en los bolsillos y volvió a casa.
   Desde entonces, jamás se le volvió a ver con nadie...

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