Me gusta que,
a pesar del tiempo,
de la rutina,
me sigas mirando
así...,
que no necesitemos
hablar
para entendernos,
que no quieras ir
a ninguna parte
sin mí.
Ser tu dulce veneno,
para el que
no existe antídoto.
Que en la noche,
en fín,
cuando crees que duermo,
me agarres de la cintura
y me digas al oído :
Cariño.
Y me gusta
porque te quiero.
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