jueves, 9 de noviembre de 2017

Miedos

   Mirando hacia el horizonte, mis ojos no quisieron ver más allá. Retrocedí dos pasos y dí la vuelta. Tras de mí me esperaban los fantasmas del pasado, aquellos que con dificultad sorteé. Paralizada, sentí que avanzaban hacia mí y me envolvían. Eran grandes y obscenos, reían con una risa escandalosa que  atronaba en mi cerebro. Sentí miedo, mucho miedo, enmudecí, ni un leve hilillo de voz salió de mis cuerdas vocales. Cerré los ojos, como si así pudiera desaparecer todo, como si por arte de magia todo volviera a ser como antes, esa misma magia que me hizo perder el rumbo y mirar atrás...
   Las risas seguían pero ya no atronaban, poco a poco se escuchaban lejanas. El miedo se transformó en apenas un leve nerviosismo y pude abrir los ojos. Los fantasmas seguían a mi alrededor pero ante mi mirada enmudecieron y ahora sí, desaparecieron, se disiparon ante mis ojos.
   Tomé un poco de aliento, me sequé el sudor de la frente y me volví hacia el horizonte, allí donde el sol brillaba y sonreí.

sábado, 1 de julio de 2017

París. Dani Martín

 
 Quiero amanecer
una mañana de diciembre en París,
darme la vuelta y que me digas tú que sí,
que ya no hay nada más.
  Y ahora seguir caminando hacia
adelante voy
para amanecer
una mañana de noviembre en mi Madrid,
que pase un año y ver si seguimos aquí,
si aún queremos más,
que hay mil cosas que se ponen por
delante hoy.

  Y queremos siempre rosas
y Venecia, Verona y París.
Y la vida es otra cosa,
la verdad, la mentira y un sí.
Y tenemos mariposas
y gusanos sin seda y al fín,
hay serpientes venenosas
y un disfraz que se rompe al vivir.

  Quiero amanecer
sin tus abrazos, sin tu vientre, sin París,
que siempre muere lo que vimos
construir.
   Prefiero soledad,
que me acompaña desde siempre cerca
y hasta hoy.
  Quiero amanecer
sin tus encantos, sin tus ganas de reír,
sin tus virtudes que en defectos
convertí,
maldita realidad,
que lo bonito dura un rato
y se vuelve a ir.

  Y queremos siempre rosas
y Venecia, Verona y París.
Y la vida es otra cosa,
la verdad, la mentira y un sí.
  Y tenemos mariposas
y gusanos sin seda y al fín,
hay serpientes venenosas
y un disfraz que se rompe al vivir.
Y queremos siempre rosas
y Venecia, Verona y París,
y la vida es otra cosa,
la verdad, la mentira y un sí.

domingo, 11 de junio de 2017

Una luz para mis sombras

   Necesitaba un poco de aliento. Cuando la realidad te atrapa de tal manera que ya no queda espacio para la fantasía. Cuando la imaginación ya no existe y el espejo es cruel. Cuando no quieres hablar con nadie y odias hasta el aire que respiras. Cuando vuelves a estar insegura de todo...
   Entonces aparece esa luz lejana, que te abraza y que te quiere, que te hace humedecer los ojos, que te recuerda que existes, y todo es más leve.
   Y como aquella espiral que gira y no para, vuelvo hacia atràs porque el futuro ya es presente y delante no queda nada.

martes, 4 de abril de 2017

Nada es igual


   Sín ánimo ni fuerzas ni nada. Con los ojos hinchados me asomo a la ventana. Todo sigue igual, la gente camina presurosa como si nada sucediera, la vida sigue su curso y nadie se percata de mi existencia, ni ve  ese cristal empañado por el vaho que exhalo... a nadie importa mi dolor. Los niños juegan en el parque mientras sus madres charlan de cosas triviales. Siempre la misma mierda, una vez más... yo y mi rabia. Y la vida sigue.
   Y yo me quedo estancada en un ayer donde crecían personas a mi lado, personas que, una a una, han ido desapareciendo, me las arrebató la vida, o la muerte, no sé bien.
   Ahora no hay consuelo, ni lo habrá porque nadie sustituye a nadie, por algo somos únicos e irrepetibles. Solo queda el cobijo de un abrazo, sentir que alguien aún me quiere aunque afuera todo siga igual... soltar la rabia y amarrarme a esos brazos, dormir en posición fetal, volver por unos instantes al seno materno, a la seguridad que solo sabe dar una madre y compartir el dolor en silencio.

   Perdona si me metí en tu piel... y en tu alma.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Tiempo

   A veces eterno, a veces un suspiro..., igual te araña que te acaricia, te envuelve en su monotonía o te saca de ella a trompicones. Te hace disfrutar por momentos, te hace rememorar mil veces esos momentos que te regaló para el recuerdo. Son pequeñas gotas de sueños, cada vez más lejanos, que repites una y otra vez en tu mente, para que sigan ahí en lugar preferente, frescos como agua helada y a la vez calientes como corazón latiente.
   Tiempo, dame tiempo para seguir recordando, para hacer posible nuevos tiempos, nuevas miradas, nuevos abrazos...
    No es bastante, aunque me conforme, porque la alegría primera se convierte en tristeza y tú, tiempo, ahora eres lejano, ya no eres un suspiro, vuelves a ser eterno.

lunes, 20 de febrero de 2017

India Martínez. Gris.


Silencios

   Noche de silencios, tic-tac..., noche oscura y mortecina, de pensamientos vacíos y recuerdos por olvidar...
   Mirando sin ver más que el reflejo cada vez más tenue de la chimenea. Y ese silencio tic-tac..., mi corazón late al compás del viejo reloj, como compañeros de viaje, esperando un final lento, en soledad acompañada, libres de prejuicios, de hipocresías.
   La leña se va consumiendo, apenas un tono anaranjado se atisba del fondo de la chimenea, ya todo es lento, la luz, el reloj, mi corazón tic-tac-tic..........
  

Manuel Carrasco. Ya no.


sábado, 11 de febrero de 2017

Transparente

   Desde el principio me dijiste que eras transparente, que no tenías doblez. Pero yo solo veía opacidad, como si existiera un cristal blindado y tintado que nos separara. Yo trataba de limpiar el cristal con esmero, pero apenas penetraba algo de luz. Rara vez ví algún destello que me hizo albergar esperanzas.
   Pasó mucho tiempo, yo ya acepté que ese vidrio nos separaría para siempre, por lo que ya casi ni me molestaba en limpiarlo, me limitaba a poner mis manos apoyadas en él y arrimando mis ojos intentar verte de vez en cuando.
   Pero un día, para mi asombro, fuiste tú quien limpió el cristal desde tu lado, al fín pude verte con nitidez. Pegué mi cara al cristal, sentí su frialdad en mi boca y nariz. Mis labios quedaron marcados como un beso perdido.
   Puse mis manos en el cristal, a la vez que tú hacías lo mismo, ya no era vídrio blindado, ni estaba frío sino que se fué derritiendo poco a poco hasta que nuestras manos quedaron entrelazadas.
   El sueño de abrazarte fuertemente estaba a punto de cumplirse, me llamaste y sentí ese abrazo como si fuera el único, lo sentí más fuerte que el mío, me gustó...
   Ahora sí te veo transparente, como el agua cristalina de algún mar lejano, donde no puede llegar nadie para contaminarlo.