viernes, 30 de mayo de 2014

¡Escapé!

   Desperté y no sabía donde estaba. Era una casa grande que nunca antes había visto. Estaba un poco mareada, me levanté y fuí hacia la puerta. Estaba cerrada con llave. Dí varias vueltas por la casa, no había nadie..., en una habitación que parecía de algún niño, llena de juguetes, había una pizarra, en ella, con tiza, estaba escrito un número. Volví al salón, había un cuadro torcido, fuí a ponerlo derecho, es una manía mía..., y el cuadro se cayó al suelo. Detrás de él había una caja fuerte. Pulsé el número de la pizarra, pero la caja no se abrió.
   Continué mirando, intenté abrir cajones, pero todos estaban cerrados con llave. Había un maletín sobre la mesa. Necesitaba una clave para abrirlo, introduje el número de la pizarra y ¡voilá!, se abrió. Dentro había una llave; corriendo fuí a la puerta, pero esa llave no entraba en la cerradura.
   Probé con todos los cajones hasta que uno de ellos se abrió. Dentro había otra llave...Empecé a escuchar unas risas burlonas, eran constantes, retumbaban en mis sienes. Abrí mil cajones, en el último había un sobre y dentro, una tarjeta con un número.
   Corrí a la caja fuerte, las carcajadas no dejaban de sonar, creí volverme loca, introduje el código y la caja se abrió. Dentro había una llave dorada y un DVD. Corrí a la puerta queriendo escapar cuanto antes..., pero la llave también necesitaba un código para abrir.
   Desesperada fuí al televisor y puse el DVD. Las imágenes eran de una celebración, parecía un cumpleaños. La gente parecía feliz, y ¡yo estaba entre ellos!. Las risas ahí sonaban diferentes, auténticas. Al finalizar ví un número rojo, corrí a la puerta, puse el número, la puerta se abrió. Por unos momentos dudé en salir, pensando en el vídeo, pero las risotadas burlonas me hicieron volver a la realidad.
   Salí corriendo, corrí y corrí, escapé..., ya lejos, respiré aire puro, volví la vista, pero ya no había nada.
   Entonces comencé a reir si parar, esa risa contagiosa que aunque quieras no puedes detener. Y pensé :
   - Quien ríe último, ríe mejor...

sábado, 24 de mayo de 2014

El duelo. (2ª Parte)

   James apretó la mano en el revólver, su mirada no se apartaba de John..., bruscamente, dió un giro, y se dió la vuelta caminando.
   Simultáneamente, John, creyendo que James hizo un intento de disparar, desenfundó el revólver, y disparó...hiriendo a James por detrás en un hombro.
   El revólver de John humeaba, James se alejó herido, sin volver la vista. John tiró el arma al suelo...
   Nadie salió, James tomó su caballo y se alejó...
   John cayó de rodillas y exclamó :
   - ¿Qué he hecho?.
   Afortunadamente la herida de James era superficial y logró cicatrizar en poco tiempo.
   La gente del pueblo murmuraba, unos decían que James era un cobarde, otros que el cobarde era John por disparar por la espalda..., algunos, incluso, que fué un accidente.
   Nunca más volvieron a verse las caras.

domingo, 18 de mayo de 2014

El laberinto.

   Era una tarde de domingo en la que Tony se sentía particularmente aburrido. Estaba solo y sin saber donde ir. Caminando, llegó al Parque de Atracciones, y entró, esperando distraerse un poco. Hacía tiempo que no iba, y había atracciones nuevas, vió una montaña rusa gigante..., pasó de largo. Le llamó la atención, por su aspecto tenebroso, El Laberinto. Sacó un ticket y atravesó la puerta...
   Después de pasar por varios pasillos, y de retroceder por no encontrar salida, llegó a una especie de cruce, donde había dos puertas. Le extraño que no hubiera nadie más allí dentro, lo que lo hacía aún más tenebroso. Dudó que puerta escoger, y se decidió por la más vieja y lúgubre.
   Al traspasar la puerta, ésta se cerró sola de un portazo, tras chirriar estrepitosamente. Tony avanzó, y de repente, todo se quedó a oscuras..., el corazón se le aceleró, buscó en su bolsillo un mechero para iluminarse, y en lugar de seguir adelante, retrocedió y volvió a la puerta. Intentó abrirla, la golpeó mil veces, gritó..., nadie respondió. La puerta seguía cerrada. Se armó de valor, y continuó adelante.
   Unos metros delante, vió una luz..., se apresuró para ver qué había. Según iba acercándose, pudo ver una silueta..., ya frente a ella, Tony dió un salto y gritó preso del pánico. ¡Era un esqueleto!. Aún tenía restos de ropa vieja. En la mano derecha llevaba una linterna, en la izquierda, un mapa, y colgada del cuello, una cantimplora.
   Recogió las tres cosas y siguió adelante. El esqueleto forma parte del decorado, pensó. Miró el plano, e intentó seguir la ruta. Encontró lo que parecía ser un río subterráneo; bien, estaba marcado en el plano...
   Continuó por el cauce del río, pero desde arriba, era un acantilado muy profundo, y no podía bajar. Al rato encontró una escala de cuerda, para bajar, estaba muy vieja, y seguro se rompería con su peso..., aún así, comenzó a bajar. Por increíble que parezca, la cuerda aguantó y no se rompió.
   Abajo había una balsa hecha de troncos, la echó al río y se subió en ella. El agua despedía un fuerte olor a azufre. Tenía sed, recordó la cantimplora, casi no tenía agua, con asco, bebió todo su contenido.
   Volvió a mirar el plano, una flecha indicaba seguir por el río hasta una especie de playa, ésta estaba marcada con una cruz. Cuando llegó al lugar indicado, Tony saltó de la balsa.
   Miró en todas direcciones, pero no vió salida. Al fín, cuando observó al fondo, vió una cristalera. A través de ella pudo ver cómo la gente que entró por la otra puerta, salía contenta del laberinto. Golpeó el cristal con las pocas fuerzas de que disponía, gritó..., pero nadie le escuchó.
   Exhausto, Tony cayó al suelo, y perdió el conocimiento. En la mano derecha la linterna, en la izquierda, el mapa, en el cuello la cantimplora...

viernes, 16 de mayo de 2014

El castillo.

   Por un momento, Rubén dejó a un lado su libro que le tenía abstraído. Sentado junto al mar, le llamó la atención un niño jugando solo con la arena. Sus manitas comenzaron a dar forma a un castillo medieval..., a cada rato, otros niños que jugaban a la pelota, le tumbaban el castillo a balonazos, y se reían. El niño empezaba de nuevo..., el castillo iba tomando forma, sus torreones, su muralla con las almenas, incluso hizo un foso alrededor. Cogió su cubo y fué a la orilla para llenarlo de agua, después la echó en el foso.
   El niño parecía feliz, mientras los otros niños miraban con envidia...
   La madre del niño vino y le trajo un helado, un polo de chocolate. Cuando lo acabó, con el papel hizo una bandera, la pinchó en el palo y la introdujo en lo más alto del castillo. Para él era su obra maestra.
   La marea iba subiendo, y las olas cada vez estaban más cerca del castillo..., al fín, una ola cubrió todo el castillo, que desapareció en el mar, solo quedó flotando en la orilla la bandera.
   Los otros niños empezaron a reirse, burlándose de él. El niño controló sus lágrimas.
   Rubén, a lo lejos contempló la escena. Se identificó con ese niño a quien se le acababa de derrumbar su castillo, algo también se había derrumbado en su vida. Además le recordó su propia infancia. Entonces se levantó, y dejó su libro sobre la toalla, las páginas revoloteaban, como si en cualquier momento el libro fuera a echar a volar.
   Se acercó al niño.
   - ¿Cómo te llamas?.
   - Luis.
   - Luis, construiremos otro castillo, más lejos del agua para que dure más.
   Luis asintió con la cabeza.
   Rubén se arrodilló en la arena y comenzó a construir el nuevo castillo. Los demás niños se alejaron corriendo. Uno de ellos se paró y volvió la cabeza. Luego se aproximó y contempló cómo hacían el castillo.
   - ¿Nos ayudas?. dijo  Ruben.
   - Bueno...
   Y entre los tres hicieron un castillo más grande y más duradero.
   Rubén sonrió a los niños, que ya se habían hecho amigos. Sintió que devolvió la ilusión a Luis, además de un nuevo amigo. También sintió que una nueva ilusión había nacido dentro de él...

jueves, 15 de mayo de 2014

San Isidro.

   15 de Mayo. Fiestas de San Isidro. Madrid.



   Madrid, Madrid, Madrid, pedazo de la España en que nací...

viernes, 9 de mayo de 2014

Abrazos.

   Te ví a lo lejos en el parque, dando patadas a una lata de refresco, las manos en los bolsillos, despeinado, con barba de varios días; los cascos puestos, escuchabas música. Estabas cabizbajo, sumido en tus pensamientos.
   Yo te miré sin parpadear, la mirada fija, tratando de descifrar esos pensamientos tuyos. Quise acercarme, hablarte, consolarte. Busqué mil palabras para decirte..., no encontré ninguna apropiada, sencillamente no existía ninguna palabra apropiada.
   Dí dos pasos..., me detuve y retrocedí, ¿qué hacer?.
   Entonces avancé, parecía como si el tiempo se hubiera detenido, como si solo yo me moviera; recuerdo los pájaros quietos en el aire, como en una fotografía.
   Según caminaba te veía más lejos, ahora el tiempo parecía retroceder, como si un solo minuto se convirtiera en una hora.
   Ya frente a tí me quedé quieta, mientras, tú levantaste poco a poco la vista hasta llegar a mi cara. Nos miramos fijamente. No nos dijimos nada, yo me acerqué un poco más, y te abracé, tan fuerte como pudieron mis brazos. Al instante sentí cómo tú respondías a mi abrazo, y apretabas también tan fuerte que casi quedé sin respiración. Entonces apoyé mi cabeza en tu hombro mientras sentía una lágrima recorrer mi mejilla.
   Ahí me dí cuenta que era yo quien necesitaba tu consuelo y cobijo.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Esa pieza de puzzle.

   Hace muchos años hice un puzzle de Sitges. Sitges es una preciosa localidad de Barcelona al borde del mar. Lo más difícil fué encajar las piezas del cielo, también las del mar, todas azules, aunque de distinto tono. Dicen que las piezas están troqueladas y son perfectas, pero a veces te empeñas en colocar alguna en el lugar que no es. Costó terminarlo, pero lo hice. Luego lo enmarqué y aún lo tengo colgado en la pared.
   En mi cielo azul celeste, tengo una pieza rebelde que no encaja, y está bien así, diferente a las demás, no está defectuosa, solo sobresale entre las otras. Me acostumbré a verla así, la acepté así, la quiero así...

martes, 6 de mayo de 2014

Sueños...

   Tras muchas pesadillas, recuperé mis sueños, esos de los que no quieres despertar. Abres los ojos, y al ver luz, los vuelves a cerrar, como queriendo prolongar ese sueño, como negando esa realidad que te trae el amanecer. Y aprietas los ojos, queriendo seguir ese sueño allá donde lo dejaste, y te resistes a levantarte de la cama, y, ya en pié, lo rememoras una y otra vez, como queriendo guardarlo intacto, tal como lo sentiste..., como sabiendo que al cabo del día, se irá difuminando poco a poco, hasta casi desaparecer... Y contarlo, ya no es lo mismo..., porque ya no lo sientes igual, aún así, quedó un bonito recuerdo.

jueves, 1 de mayo de 2014

Alma solitaria.

   Alma errante,
que ni busca
ni encuentra
consuelo
en ninguna parte.
   Por seguir el sur
perdiste el norte.
   Alma solitaria,
unida a un cuerpo
del que huye
tantas veces
para luego regresar.
   Retorna herida
a mí,
tan sola como antes,
pero más estúpida que nunca,
huérfana...
   Sigue vagando
errante,
sin norte, sin sur,
sin estrella que te guíe,
porque así eres tú.