viernes, 25 de septiembre de 2015

Ente (III)

   Aitor entró en casa con una sensación de fracaso y sin mediar palabra con nadie, se encerró en su habitación. Miró el ordenador, pero no se atrevía a conectarlo. Así estuvo un rato, hasta que por fín lo encendió.
   La pantalla se iluminó y Aitor comenzó a leer:
   - Has cometido un fallo cuando ya estabas a punto de salir del laberinto. Tendrás una penalización de 500 puntos. Te doy una última oportunidad de salir, si fallas jamás recuperarás tu vida, tu mente me pertenecerá para siempre. Pero ahora la prueba será más difícil. Volverás a la parada de autobús y matarás a la chica. A las ocho de la tarde está todos los días. Después irás a la boca del metro, bajarás las escaleras y serás libre.
   Al día siguiente, Aitor buscó en la cocina algún cuchillo u objeto punzante. Se decidió por una navaja, era pequeña, ocupaba poco espacio y estaba bien afilada.
   A las ocho estaba junto a la parada, al otro lado del semáforo vió a la chica ciega esperando el sonido que advertía que el semáforo estaba verde. Comenzó a sonar y ella cruzó ayudada por su bastón. Llegó a la parada e hizo intento de sentarse. Aitor miraba con ojos inexpresivos, fríos. No dió tiempo a que ella se sentara, se abalanzó y hundió la afilada navaja de lleno en el corazón.
   Tiró la navaja al suelo, como si quemara. Esta vez no sintió satisfacción alguna con la "prueba negra". Como si despertara de una pesadilla, Aitor descubrió la realidad y se miró la mano cubierta de sangre.
   Un coche que circulaba en ese momento junto al lugar de los hechos, se detuvo. El conductor salió rápidamente y redujo a Aitor, que estaba desorientado. Resultó ser un policía que estaba fuera de servicio y que casualmente pasaba por allí.
   Aitor fué a la cárcel. El policía fué condecorado. Se llamaba Enrique Teruel y aunque pertenecía a la brigada científica, no era la primera vez que se había enfrentado a delincuentes en la calle. Su trabajo era más bien de oficina, era un experto informático. A sus compañeros les decía que estaba creando un juego y que cuando lo perfeccionara se haría famoso.

   Enrique entró en su casa satisfecho. Dejó las llaves sobre la mesa y fué derecho al ordenador.
   JUEGO DE ENRIQUE TERUEL "ENTE" - era lo primero que podía leerse.
   Luego escribió con el teclado:
Asesino 23  Aitor.......Víctima  Sara
   - Cuando llegue a 25 pondré un premio especial-dijo en voz alta-
   Encendió un cigarrillo y puso música clásica, luego se sentó en su sillón favorito y desde allí contempló sus condecoraciones, que tenía enfrente, una sonrisa malévola brotó en su rostro. Cerró los ojos y se adentró en aquella música que le envolvía casi hasta el éxtasis.

   Rober caminaba deprisa hacia su casa. El cielo estaba cubierto y amenazaba lluvia. El viento soplaba y formaba remolinos con las hojas caídas de los árboles, era otoño, al fín refrescaba, después de un caluroso verano. La calle estaba más desierta de lo normal, sólo se escuchaba el soplar del viento..., y unos pasos. Rober miró detrás pero no vió a nadie. Caminó más deprisa cuando empezó a llover y los pasos sonaban ahora más rápidos...
  

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