viernes, 27 de junio de 2014

Piso 30.

   Entró en el ascensor sola, pulsó el botón del último piso.
   Mientras subía, mil recuerdos de su vida llegaron a su mente. Esbozó una leve sonrisa. Se diría que el ascensor no terminaba de llegar nunca arriba.
   -¡Clink!. Piso 30.
   Salió despacio, caminó por un largo y solitario pasillo, al final había una escalera que conducía a la azotea. Subió. Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave. Miró a ambos lados de la puerta, vió una rejilla de ventilación. Tiró de ella y la arrancó. Saltó a través de aquel pequeño hueco y llegó a la azotea. Corría viento a tanta altura. Se aproximó al borde, subió un pequeño escalón y vió la calle a sus pies. Se acercó más, las puntas de sus zapatos sobresalían ya al vacío. Abajo los coches eran diminutos y las personas apenas se apreciaban.
   Tenía vértigo. Pero se acercó más. Sintió náuseas y ganas de vomitar. Decidió no mirar abajo. Estaba rígida, tenía miedo. Cerró los ojos y saltó...

                                                      *  *  *

   Saltó de la cama y despertó de esa pesadilla, se levantó sudorosa y fué a prepararse un té.
   Ya más tranquila volvió a la habitación y vió el tubo de somníferos vacío. Le dolía la cabeza, no sabía cuantas horas había dormido.
   Aquel sueño fué tan real que no estaba segura de que se tratara solo de una pesadilla.
   Se arregló un poco y salió a la calle. Caminando sin rumbo llegó a una plaza, justo enfrente vió un edificio muy alto...
   Entró, buscó el ascensor, y subió a la última planta, la treinta.
   Arriba caminó por un oscuro pasillo, al final había una sucia escalera que conducía a la azotea. La puerta estaba cerrada con llave.
   Miró a ambos lados de la puerta, y contrariada no vió rejilla ni ventana alguna. Aporreó la puerta queriendo salir...
   Decepcionada volvió sobre sus pasos hasta el ascensor. Mientras bajaba los treinta pisos, recordó su infancia, su juventud. Suspiró. El ascensor parecía no llegar nunca abajo.
   No paró en ningún piso, iba sola.
   -¡Clink!. Piso 0.
   Salió deprisa, le faltaba el aire.
   Ya fuera, al fín respiró profundo.
   Caminó de nuevo..., se sentó en una terraza de un bar, pidió una cerveza muy fría y unas aceitunas.
   Le gustaba contemplar a la gente que pasaba por la acera. Un niño se acercó, y le pidió una aceituna. Le dió todas. El niño le dió un beso, y su carita infantil le devolvió al fín una amplia sonrisa.

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