viernes, 9 de mayo de 2014

Abrazos.

   Te ví a lo lejos en el parque, dando patadas a una lata de refresco, las manos en los bolsillos, despeinado, con barba de varios días; los cascos puestos, escuchabas música. Estabas cabizbajo, sumido en tus pensamientos.
   Yo te miré sin parpadear, la mirada fija, tratando de descifrar esos pensamientos tuyos. Quise acercarme, hablarte, consolarte. Busqué mil palabras para decirte..., no encontré ninguna apropiada, sencillamente no existía ninguna palabra apropiada.
   Dí dos pasos..., me detuve y retrocedí, ¿qué hacer?.
   Entonces avancé, parecía como si el tiempo se hubiera detenido, como si solo yo me moviera; recuerdo los pájaros quietos en el aire, como en una fotografía.
   Según caminaba te veía más lejos, ahora el tiempo parecía retroceder, como si un solo minuto se convirtiera en una hora.
   Ya frente a tí me quedé quieta, mientras, tú levantaste poco a poco la vista hasta llegar a mi cara. Nos miramos fijamente. No nos dijimos nada, yo me acerqué un poco más, y te abracé, tan fuerte como pudieron mis brazos. Al instante sentí cómo tú respondías a mi abrazo, y apretabas también tan fuerte que casi quedé sin respiración. Entonces apoyé mi cabeza en tu hombro mientras sentía una lágrima recorrer mi mejilla.
   Ahí me dí cuenta que era yo quien necesitaba tu consuelo y cobijo.

1 comentario: