sábado, 15 de agosto de 2015

Como un pájaro

   Vivo en un ático de uno de los edificios más altos de mi ciudad. Desde aquí todo se ve a vista de pájaro, y me encanta. De niño quería ser pájaro, los observaba volar y yo quería hacer lo mismo, saltaba y movía los brazos arriba y abajo muy deprisa y... caía al suelo. Se ríen de mí cuando cuento ésto, otros niños creían ser Superman y saltaban por la ventana, yo no llegué a tanto.
   En mi terraza tengo recipientes con agua para mis pájaros, son libres, vienen cuando quieren beber o bañarse. Odio las personas que tienen pájaros enjaulados, si nacieron con alas es porque deben volar.
   Me gusta asomarme desde mi terraza y ver abajo los coches diminutos y las personas como hormigas, es la grandeza de un pequeño gorrión, desde arriba él es inmenso. A veces me siento en la barandilla y desafío al vértigo. Imagino saltar, caer, romperme contra el asfalto. Los gritos de la gente, después el sonido de las ambulancias, las sirenas de la policía, la calle paralizada porque un loco depresivo saltó...
   Me río de mí mismo. No me gusta el protagonismo, no lo soportaría ni después de muerto. Sé que nunca saltaré, pero me gusta saber que existe esa posibilidad...

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