miércoles, 24 de diciembre de 2014

Angelito.

   Tenía un angelito. Cada noche me transportaba en una nube de terciopelo blanco hacia un mundo de color y fantasía.
   Una noche mientras sobrevolábamos el océano, al borde mismo de la nube, me asomé a ver el mar, era de un azul intenso y se reflejaba en él la luna llena.
   De pronto sentí un golpe seco en la espalda, me tambaleé, perdí el equilibrio y caí al vacío...
   Mi ángel me había empujado. Mientras caía a gran velocidad, aún pude mirar hacia arriba, y allí estaba, sentado en su nube, con sonrisa malévola y ojos perversos.
   A pocos metros del agua, dura como hormigón, mi cuerpo sólo esperaba el golpe final...
   Desperté sobresaltada y sudorosa, con el corazón al borde del infarto.
   Angelito...

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