martes, 4 de abril de 2017

Nada es igual


   Sín ánimo ni fuerzas ni nada. Con los ojos hinchados me asomo a la ventana. Todo sigue igual, la gente camina presurosa como si nada sucediera, la vida sigue su curso y nadie se percata de mi existencia, ni ve  ese cristal empañado por el vaho que exhalo... a nadie importa mi dolor. Los niños juegan en el parque mientras sus madres charlan de cosas triviales. Siempre la misma mierda, una vez más... yo y mi rabia. Y la vida sigue.
   Y yo me quedo estancada en un ayer donde crecían personas a mi lado, personas que, una a una, han ido desapareciendo, me las arrebató la vida, o la muerte, no sé bien.
   Ahora no hay consuelo, ni lo habrá porque nadie sustituye a nadie, por algo somos únicos e irrepetibles. Solo queda el cobijo de un abrazo, sentir que alguien aún me quiere aunque afuera todo siga igual... soltar la rabia y amarrarme a esos brazos, dormir en posición fetal, volver por unos instantes al seno materno, a la seguridad que solo sabe dar una madre y compartir el dolor en silencio.

   Perdona si me metí en tu piel... y en tu alma.

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