domingo, 3 de agosto de 2014

Muerte en la Línea 5. (Capítulo VI).

 



Diana tenía dieciocho años. Todos los comentarios que hizo en la página de Arthur eran sobre música. Nunca contó nada de su vida privada. Solo su edad. En su foto se veía alegre. Era rubia, con el pelo muy corto, y tenía tatuado en la cara un lunar en forma de corazón.
   La zona de Callao estaba tomada por la policía secreta. Dentro y fuera del Metro. No se sabía dónde vivía Diana, ni por dónde vendría.
   La puerta del fnac se llenó de fans de Antonio Orozco. Todas querían un disco firmado por él. Entre la multitud, la policía buscaba una joven rubia de pelo corto.
   Por la calle Preciados, con una pequeña mochila al hombro, se acercaba una chica de esas características. Uno de los policías se acercó a pedirle un cigarro.
   - No fumo - dijo ella -.
   El policía comprobó que llevaba un corazón tatuado en la cara.
   - Gracias de todos modos - dijo él -.
   Discretamente vigilaron todos los pasos de Diana. Cuando consiguió su disco firmado salió contenta a la calle. Entró en un Burger King a merendar, y después estuvo mirando ropa en las tiendas de la zona. Se compró una camiseta en Zara. Miró el reloj y se dirigió hacia el Metro. Fué a sacar el billete de una máquina, pero se tragó la moneda y el billete no salió.
   Se acercó un vigilante de seguridad.
   - ¿Puedo ayudarte?.
   - La máquina no funciona. Se tragó mi moneda.
   El vigilante sacó un puñado de llaves de un bolsillo. Levantó la mano y con un movimiento rápido clavó una de las llaves en un costado de Diana.
   Al instante, dos policías le sujetaron por los brazos. Entre las llaves llevaba un estilete, que fué lo que realmente hundió en el cuerpo de Diana.
   Una ambulancia trasladó a Diana al Hospital. La herida era profunda, pero no afectó a ningún órgano vital.


   Doc fué detenido. Se llamaba en realidad Alberto. Fué expulsado de la Universidad por protagonizar varias peleas y por consumir drogas. Entró a trabajar como vigilante en el Metro por recomendación de su padre, que era conductor.
   En su casa tenía información sobre muchas chicas. Las tenía clasificadas. Todas ellas pasaban por la Línea 5. Esa era su Línea, donde él debía mantener el orden.
   La policía consiguió recuperar las imágenes originales. En todas ellas estaba Alberto.
   Andrea subió las escaleras, y cuando llegó arriba, él se acercó. Ella confió por su uniforme. Alberto con una sola mano, le empujó escaleras abajo.
   A Belinda le ofreció una botella de agua. Ella le conocía, todos los días hablaba con él. No podía sospechar nada. Se bebió el agua..., las imágenes eran claras.
   Carmen entró en Gran Vía, estuvo de pié agarrada a una barra. Tras ella estaba Alberto. En un momento en el que el vagón estaba muy lleno, él aprovechó y le clavó una jeringuilla de insulina.
   Carmen se volvió para atrás al sentir el pinchazo, pero pensó que fué el paraguas de una señora que estaba tras ella.


   Alberto declaró en el juicio que lo hizo por saber qué se sentía al matar, ya que nunca podría saber lo que es salvar vidas... Y que tras la primera muerte, sintió una especie de adicción que le hizo seguir matando..., fué condenado a treinta años de prisión.
   Diana sobrevivió, y Arthur aconsejó a sus lectores no dar muchos datos personales...


                                                    FIN.

2 comentarios:

  1. Buenísimo!! aunque yo lo hubiese dejado de por vida.. je,je
    Gracias por tus escritos Encarni, espero el siguiente :)

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  2. Yo también Pao, pero en España no hay cadena perpetua, la pena máxima son treinta años.

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