miércoles, 20 de agosto de 2014

Mazmorra.

 



Hace años, fuí a Segovia con unas amigas. Visitamos El Alcázar, subimos arriba por una estrecha escalera desgastada por los años. Apenas cabían dos personas para subir y bajar. En los laterales había mazmorras, con sus rejas en las ventanas. Era escalofriante imaginarse estar allí dentro encerrada.
   Algunos recordarán El Alcázar como el castillo del vídeo juego Resident Evil 4.
   Después de bastantes años, volví a subir al Alcázar de Segovia. Me costó más esfuerzo, por los años que no pasan en balde... En un determinado momento me detuve, para descansar y hacerme una foto en una de sus mazmorras. Me agarré a las rejas, como queriendo arrancarlas para escapar, y las piedras cedieron, sepultándome.
   Inmóvil, gritaba para que alguien me ayudara a salir. Parecía que no me escuchaba nadie. Después de un tiempo, que para mí fué eterno, alguien empezó a levantar las piedras...
   Mis ojos no podían creer lo que veían. Guardias con armadura y espada me levantaron bruscamente.
   Supuse que era el rodaje de una película, pero los guardias me ataron y arrojaron a otra mazmorra.
   Desde entonces estoy aquí, encerrada entre cuatro paredes húmedas, con la única compañía de alguna rata que comparte conmigo el poco pan que me dan. Sin saber cómo me trasladé a la Edad Media, y sin saber cómo regresar al siglo XXI, y escribiendo sobre la pared, y con mi propia sangre, lo que seguramente serán mis últimas palabras.

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